Lo he dicho en varias ocasiones amigas y amigos internautas de nuestras "Letras Encadenadas" en el programa: En tiempos de los romanos decían que «una ardilla atravesaba desde los Pirineos hasta el Golfo de Cádiz toda Hispania sin posarse en el suelo», y ustedes se preguntarán ¿Por qué? Es muy sencillo. Toda la superficie, todo el territorio de este secular e inveterado país nuestro estaba ocupado por ese gran amigo nuestro al que por desgracia le prestamos atención cuando nos interesa: los árboles, y muy agrupados forman los bosques. Desde entonces desgraciadamente esta superficie ha ido disminuyendo. Estoy convencido que si nuestros múltiples ancestros volvieran se sorprenderían, se «llevarían las manos a la cabeza» por las diferentes superficies arbóreas, que ellos disfrutaron durante su existencia, ya no existían. ¿Y eso a qué es debido? Tanto ustedes como yo sabemos que es a bastantes factores principalmente económicos, pero también existen otros dentro del sector primario, es decir el agrícola, la preponderancia de la agricultura y la ganadería en perjuicio de la propia naturaleza; comerciales etc... El caso es que a pesar de que con el devenir de las sucesivas generaciones los paisajes, la superficie arbolada no solamente era distinta, sino que en terrenos donde había miles y miles de nuestro maravilloso y útil amigo ésta notablemente ha menguado o tristemente ha desaparecido, o sea se han producido dos grandes fenómenos devastadores: la erosión y la deforestación. Este pasado verano-otoño he estado por las tierras del sur y sureste de Hispania francamente me ha dado mucha, mucha pena el ver terrenos prácticamente desérticos. Accidentes orográficos (sierras, montes, laderas, zonas bajas...) sin prácticamente vegetación. Algunas jaras, arbustos esparcidos... En general piedra y más que piedra. Muy, muy penoso. Y eso que dicen los naturalistas que somos el primer país del vetusto continente: Europa con la mayor riqueza en referencia a la biodiversidad y por extensión gran y variada fauna y flora. Por otra parte, todo lo que nos rodea en forma de naturaleza hay que necesariamente que cuidarlo. No se puede dejar de «la mano de Dios», pues en el propio bosque se asienta una vegetación muy perniciosa, parasitaria en algunos casos, que es un combustible impresionante para la propagación de las llamas por causas naturales. Estoy prácticamente convencido que en tiempos muy, muy pretéritos (por ejemplo, en la época medieval) de alguna forma lo arbóreo se mantenía. Los bosques se limpiaban, se eliminaba esa broza, esas malas hierbas que le perjudicaban. Esto tiene una gran y fabulosa consecuencia: los incendios no eran tan descomunales. El bosque, el monte, la sierra de alguna forma se limpiaba. En cambio, por ejemplo, ahora es una inmensa pena el verle como está. Los que entienden mucho de ello dicen que para evitar los incendios a éstos habría que despojarles de su combustible vegetal, que para los muy neófitos creen que es muy bueno, en invierno. Muy seguramente esto que les acabo de expresar fuera una de las causas por la que las que los aterradores e imponentes incendios de la primavera y del verano del 2022 esquilmaran tantas víctimas vegetales y humanas en la provincia castellano- leonesa de Zamora. Quizás el más devastador (el de la Sierra de la Culebra) está reflejado en un imponente y sensacional ensayo periodístico denominado "LOS RESCOLDOS DE LA CULEBRA. Fuego y muerte en los incendios de Zamora", que ha ejecutado maravillosamente bien el gran ensayista, periodista y divulgador JUAN NAVARRO GARCÍA. Ha sido editado muy excelentemente bien por la fabulosa editorial LIBROS DEL K.O. "LOS RESCOLDOS DE LA CULEBRA. Fuego y muerte en los incendios de Zamora" es sucinto e imponente. Sucinto: porque va a lo esencial, a lo que realmente ocurrió. Imponente: porque el lector o lectora puede tener una visión nítida de cada unos de los hechos. Él mismo es también el reflejo paradigmático del abandono, de la desidia de lo que nos da la vida y riqueza, por parte de las diferentes administraciones. Empezando primeramente por la central, continuando en la autonómica y acabando al lado de la municipal. La que está en primera línea, pero que no posee esos medios humanos y materiales, que tendrían necesariamente las anteriores, ya que su pequeño presupuesto, su pequeñez (en cuanto a número de habitantes) por desgracia no se lo permiten. La despoblación es un factor añadido muy importante. Como siempre, y para no variar en esta sacrosanta nación las autoridades se echan los óbitos unos a otros. Nada de asumir ninguna resposanbilidad. Lo gordo se lo encasquetan al menos espabilado. Ellos-as no asumen ningún fallo. Todavía se está por ver que lo hagan. JUAN NAVARRO GARCÍA pertenece a esa estirpe anhelante de periodistas, que está «al pie de lo que sucede», y que apenas ya se ven, pues cierto sector lo hace sin apenas mojarse, cómodamente ...
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