La comparación te deja pequeño un día y soberbio al siguiente. En este episodio hablamos del espejo que eliges: por qué medirnos con otros nos encadena y cómo, al mirarnos ante Dios (como Isaías), su santidad revela nuestra necesidad y su gracia purifica y envía. Bajamos esto a lo diario—redes, desempeño, aprobación—y practicamos cambiar de espejo: Cristo como medida verdadera, amados y necesitados. Cerramos con un “Ora conmigo…” para rendir los espejos falsos y caminar en libertad.
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¿Te dijeron que “a los 30 casa, a los 28 boda, a los 32 hijos”… y sientes que vas atrasado? Este episodio confronta la torre de metas falsas que levantamos “para hacernos un nombre” y nos invita a otro fundamento: Cristo. Hablamos de por qué el Evangelio no dice “sube más”, sino “Dios descendió”; de cómo el Espíritu cambia prisa por raíces, y de qué hacer cuando Dios desarma nuestros andamios (no es crueldad: es misericordia).
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Cuando las jugadas duelen y parece que el enemigo avanza, ¿sigue Dios al mando? Este episodio te muestra por qué el Rey nunca está en jaque: Dios puede encaminar el mal para bien, como hizo con José, y la cruz lo confirma—la peor injusticia se volvió la mejor noticia. Hablamos de cómo vivir hoy entre la presión y la fe: obedecer lo que ya dijo, esperar con esperanza y sembrar fidelidad mientras Él mueve las piezas que no vemos.

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