Se acerca Semana Santa y ya se siente la tensión en el aire por verse y/o sentirse de cierta forma. Los gyms a full, todo el mundo dándolo todo, haciendo el último estirón por lograr un "look" y así, un momento de descanso, se convierte en un martirio para muchos.
Hace unas semanas, paseaba a Pinky y me sentía súper agradecida de poder hacerlo, de poder mover mi cuerpo, de poder tenerlo, de que me permita hacer lo que amo y lo que me gusta, me sentia muy feliz de que me puede sostener, sin embargo, después me llegó un pensamiento todavía más profundo y me puse a la tarea de seguir explorando:
qué pasaría si mi cuerpo dejara de funcionar así? qué pasa si un día enfermo y no puede darme lo mismo que hoy, o qué pasa si mis hormonas cambian y mi aspecto cambia, un accidente, la vejez? infertilidad? dejaría de estar agradecida y de amarlo porque ya no me permite hacer cosas?
y pensé wow, sí que tenemos al cuerpo en una relación muy "utilitarista", un amor y apreciación tan poco profunda que con un mínimo cambio, dejamos de amarlo y apreciarlo. Rompemos nuestra relación con el e incluso el amor se transforma en odio, en faltas de respeto, en falta de compromiso, de cuidado…
Y me di cuenta que vivimos en un: te amo porque me funcionas, si dejas de hacerlo, si me dejas de ser ÚTIL o atractivo, me olvido de ti. Un amor muy superficial.
Pero se nos olvida que somos UNO con el cuerpo y que negar algo nuestro es negarnos a nosotros también, es dejar de amarnos a nosotros también.