
José Ferro, el empresario gallego que construyó un imperio gracias a un postre de posguerra: Flan chino El Mandarín
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Marco Gavio Apicio fue un delicado y glotón romano del siglo I de nuestra era que invirtió ingentes sumas de dinero en conseguir los más refinados manjares y elaborar las recetas más complicadas y codiciadas de todo el Imperio. A él se le atribuye la invención del foie gras a partir del hígado de gansos alimentados con higos y también se le adjudica la autoría “De re coquinaria” un recetario en latín (que realmente es una obra del siglo IV) que enseña trucos culinarios para reutilizar las sobras o para preparar platos similares con complejidad y costes diferentes. A este romano también se le atribuye la primera descripción del "tyropatina", el primer flan de la historia, cuyo origen se encuentra en los griegos y fenicios y que en aquella época no era dulce, sino que se le añadía pimienta en vez de azúcar y acompañaba a las comidas saladas. En la Edad Media, el "tyropatina" se convirtió en un plato muy popular durante la Cuaresma, período en que estaba terminantemente prohibido comer carne, aunque pocos podían cocinarlo, ya que los huevos eran escasos y caros, y comenzó a elaborarse una variante dulce, siendo bautizada como “flado”. Tiempo después, en Francia y España, esta variante dulce comenzó a servirse como postre invertido y con una salsa de caramelo, tal como lo conocemos ahora, y pasó a llamarse “flan”. Pero este milenario plato alcanzó su mayor éxito cuando un ingenioso gallego diseñó a mediados del siglo XX una receta que lo hizo asequible para todos los bolsillos y fácil de elaborar, convirtiéndolo en el postre de todo un país. Gracias a su creación, este emprendedor construyó un imperio que perdura hasta nuestros días. Así fue como José Ferro Rodeiro pasó de fabricar el flan chino mandarín a crear Plásticos Ferro y convertirse en el rey gallego del plástico.