Jesús vino a restaurar lo que se había perdido: la relación entre Dios y la humanidad. Sanó cuerpos, perdonó pecados y trajo esperanza. Su vida, muerte y resurrección fueron el acto supremo de restauración, devolviéndonos acceso directo al Padre.

El diseño original de la iglesia, según la Biblia, fue el Tabernáculo: una tienda sagrada donde Dios habitaba con su pueblo. Más tarde, se construyó el Templo, con tres partes clave: el atrio, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. Cada detalle tenía un significado espiritual y reflejaba la presencia de Dios entre los hombres.

Es una expresión que hace referencia al mensaje del Evangelio en el Nuevo Testamento, especialmente al que predicaban Jesús y sus apóstoles. Este mensaje no solo era proclamado con palabras, sino que iba acompañado de señales, milagros y prodigios como evidencia de su autenticidad divina.

En la Biblia, el concepto de un remanente se refiere a un pequeño grupo de personas fieles a Dios, incluso cuando la mayoría se ha apartado de Él. A través de toda la historia bíblica, Dios muestra que no necesita multitudes para cumplir sus propósitos, sino un remanente obediente y comprometido.

Vivimos un tiempo en el que Dios extiende su gracia con brazos abiertos, llamando a cada corazón al arrepentimiento, al perdón y a una vida transformada. A través de ejemplos bíblicos y enseñanzas claras, descubriremos que la misericordia de Dios no es solo un atributo, sino una oportunidad presente. Hoy es el día aceptable, el momento en que Su amor se manifiesta con poder para restaurar, sanar y dar nueva esperanza. No dejemos pasar este tiempo de misericordia.

Te invito a identificar y superar todo aquello que nos ha detenido: miedos, dudas, fracasos pasados o palabras negativas. A la luz de la Palabra de Dios, se proclama que no fuimos creados para vivir atados por nuestras circunstancias, sino para avanzar en el propósito divino con fe y valentía.

La vida de Nehemías muestra cómo una visión clara puede dar propósito y dirección a nuestras vidas. Esa visión —reconstruir los muros de su ciudad— lo impulsó a dejar su comodidad, enfrentar oposición y liderar con valentía. Su historia revela que una visión dada por Dios no solo nos enfoca, sino que también nos da fuerza para perseverar, une a otros en torno a un propósito común y transforma realidades. Nehemías no solo reconstruyó muros, sino que revitalizó la identidad y la fe de un pueblo. Así, una visión puede dar sentido a nuestras vidas al alinearnos con un propósito mayor que nosotros mismos.

El irrefutable amor de Dios es aquel que trasciende todo entendimiento humano: es incondicional, eterno y constante. No depende de nuestras acciones, méritos o fallos, sino que nace de Su naturaleza perfecta. Es un amor que perdona, restaura y permanece firme incluso en nuestros momentos más oscuros. Nada puede separarnos de ese amor, porque está fundamentado en la fidelidad y gracia de Dios.