En este episodio, no nos quedaremos solamente con la letra de la Ley, que mata, sino que permitiremos que el Espíritu Santo vivifique lo que estudiaremos, recuerda que la palabra es viva y eficaz. El propósito principal de conocer todas estas ordenanzas que Moisés escribió es que conozcamos el carácter de Dios, su amor y, sobre todo, su santidad, ya que la Ley reflejará Su naturaleza santa.

Profundizaremos en el capítulo 26, donde analizaremos la poderosa confesión que Israel hacía al presentar las primicias. Veremos cómo esta declaración es un ejercicio de sanidad para el alma, ya que el pueblo recordará con humildad que su padre fue "un arameo a punto de perecer" (Abraham). Aprenderemos una lección crucial: para mantener un corazón sano y libre de remordimientos y tristeza, nos enfocaremos en recordar siempre las victorias de Dios y no las crisis difíciles del pasado.

Finalmente, trazaremos un contraste vital. Estudiaremos las bendiciones y maldiciones de la Ley (Deuteronomio 27 y 28), entenderemos que la Ley fue un pacto condicional, basado en la conducta del pueblo de Israel. Y celebraremos que hoy, en la era de la Gracia, el pacto de bendición dependerá de Jesucristo, quien es nuestro representante y cumplirá la parte del pacto que nos toca. Descubriremos que la verdadera obediencia nacerá como un fruto de habernos rendido completamente a su señorío, no por el esfuerzo propio. ¡Comencemos este tiempo, ya que Dios hará en nosotros lo que es agradable delante de Él por Jesucristo!