• DIA 115 - Dios Llama a Samuel

  • 2025/04/30
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DIA 115 - Dios Llama a Samuel

  • サマリー

  • Hoy estaremos leyendo 1 Samuel 3 y 4, Juan 15 y el Salmo 74:14-23. En 1 Samuel 3, encontramos una de las escenas más especiales del Antiguo Testamento. Samuel, aún niño, escucha la voz de Dios por primera vez. En una época donde la Palabra de Dios escaseaba, Dios decide hablar… y lo hace a través de un niño. En el verso 10, Samuel responde:

    “Habla, Señor, que tu siervo escucha” (NTV).

    Este momento marcará su llamado profético. Pero el mensaje que recibe no es fácil: Dios está a punto de juzgar la casa de Elí por su negligencia.

    En el capítulo 4, Israel pierde el arca del pacto ante los filisteos. Intentaron usar el arca como un amuleto de victoria, pero Dios no bendice la manipulación espiritual. La derrota es dolorosa, y cuando Elí se entera de que el arca fue capturada, muere.

    Y una mujer da a luz un hijo al que llama Icabod, que significa:“La gloria se ha apartado de Israel.”

    Reflexiona: ¿Estás escuchando la voz de Dios… o viviendo de recuerdos espirituales? ¿Estás tratando de forzar la presencia de Dios sin vivir rendido a Su voluntad? La obediencia siempre precede al respaldo.

    En Juan 15, Jesús usa una imagen poderosa: la vid y los pámpanos. Él dice:

    “Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Pues una rama no puede producir fruto si la cortan de la vid”(v. 4).

    Y en el verso 5 reafirma:

    “Separados de mí, no pueden hacer nada.”

    Jesús no está hablando solo de religión. Está hablando de una relación constante, vital, diaria. Permanecer en Él es mantenernos conectados por medio de la Palabra, la obediencia, la oración y el amor. También nos recuerda que ser sus discípulos implicará oposición:

    “Si el mundo los odia, recuerden que a mí me odió primero” (v. 18).

    Pero el que permanece en Él, produce fruto que permanece.

    Reflexiona: ¿Estás pegado a la vid… o desconectado, seco, tratando de dar fruto por tu cuenta? Jesús no quiere que te esfuerces más, quiere que permanezcas más. El fruto será el resultado.

    El salmista continúa su clamor en medio de la destrucción. Describe cómo Dios derrotó monstruos del caos, partió el mar, abrió manantiales, y ordenó el universo.

    En verso 16–17, dice:

    “Tuyo es el día, y tuya también es la noche; tú estableciste la luna y el sol. Tú fijaste los límites de la tierra y creaste las estaciones del verano y del invierno.”

    Y concluye con un ruego:

    “Levántate, oh Dios, y defiende tu causa” (v. 22).

    El pueblo se siente atacado, humillado, olvidado. Pero el salmista recuerda lo que Dios ha hecho antes, y eso le da esperanza para clamar por lo que puede hacer otra vez.

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あらすじ・解説

Hoy estaremos leyendo 1 Samuel 3 y 4, Juan 15 y el Salmo 74:14-23. En 1 Samuel 3, encontramos una de las escenas más especiales del Antiguo Testamento. Samuel, aún niño, escucha la voz de Dios por primera vez. En una época donde la Palabra de Dios escaseaba, Dios decide hablar… y lo hace a través de un niño. En el verso 10, Samuel responde:

“Habla, Señor, que tu siervo escucha” (NTV).

Este momento marcará su llamado profético. Pero el mensaje que recibe no es fácil: Dios está a punto de juzgar la casa de Elí por su negligencia.

En el capítulo 4, Israel pierde el arca del pacto ante los filisteos. Intentaron usar el arca como un amuleto de victoria, pero Dios no bendice la manipulación espiritual. La derrota es dolorosa, y cuando Elí se entera de que el arca fue capturada, muere.

Y una mujer da a luz un hijo al que llama Icabod, que significa:“La gloria se ha apartado de Israel.”

Reflexiona: ¿Estás escuchando la voz de Dios… o viviendo de recuerdos espirituales? ¿Estás tratando de forzar la presencia de Dios sin vivir rendido a Su voluntad? La obediencia siempre precede al respaldo.

En Juan 15, Jesús usa una imagen poderosa: la vid y los pámpanos. Él dice:

“Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Pues una rama no puede producir fruto si la cortan de la vid”(v. 4).

Y en el verso 5 reafirma:

“Separados de mí, no pueden hacer nada.”

Jesús no está hablando solo de religión. Está hablando de una relación constante, vital, diaria. Permanecer en Él es mantenernos conectados por medio de la Palabra, la obediencia, la oración y el amor. También nos recuerda que ser sus discípulos implicará oposición:

“Si el mundo los odia, recuerden que a mí me odió primero” (v. 18).

Pero el que permanece en Él, produce fruto que permanece.

Reflexiona: ¿Estás pegado a la vid… o desconectado, seco, tratando de dar fruto por tu cuenta? Jesús no quiere que te esfuerces más, quiere que permanezcas más. El fruto será el resultado.

El salmista continúa su clamor en medio de la destrucción. Describe cómo Dios derrotó monstruos del caos, partió el mar, abrió manantiales, y ordenó el universo.

En verso 16–17, dice:

“Tuyo es el día, y tuya también es la noche; tú estableciste la luna y el sol. Tú fijaste los límites de la tierra y creaste las estaciones del verano y del invierno.”

Y concluye con un ruego:

“Levántate, oh Dios, y defiende tu causa” (v. 22).

El pueblo se siente atacado, humillado, olvidado. Pero el salmista recuerda lo que Dios ha hecho antes, y eso le da esperanza para clamar por lo que puede hacer otra vez.

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