115 Yom_Kipur_a_la_Cruz__Expiación,_Pureza_del_Alma_y_el_Desafío_de.m4a
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Levítico 16:29-30
Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová.
Analizado nuestra vida.
¿Tomas tiempo para examinar tu corazón delante de Dios o simplemente continúas sin detenerte a reconocer tus faltas?
El Día de la Expiación era un recordatorio solemne de la necesidad de purificación y arrepentimiento que todos necesitamos.
Israel debía detener toda actividad, humillarse y reconocer su pecado ante Dios. Era un día en el que el pueblo entero quedaba en silencio, mientras un solo hombre —el sumo sacerdote— entraba en el Lugar Santísimo para interceder por todos.
Hoy, no necesitamos un sacerdote humano que ofrezca sacrificios por nosotros, porque Cristo mismo fue nuestra expiación perfecta. En la cruz, Jesús tomó sobre sí nuestros pecados, y por su sangre hemos sido hechos limpios para siempre. Sin embargo, Dios sigue llamándonos a apartar momentos de reflexión, a “afligir el alma”, a reconocer con humildad las áreas donde necesitamos ser purificados o cambiar.
El perdón no es automático: requiere sinceridad, búsqueda genuina de Dios y arrepentimiento, acudiendo a los pies de Cristo y a su sacrificio en la Cruz. Solo así obtendremos el verdadero perdón.Debemos hacer esto sinceramente y debe venir junto con un deseo real de apartarse del pecado.
¿Has permitido que Cristo limpie tu corazón completamente, o aún guardas rincones donde el pecado se esconde?
Reto para hoy: Tómate unos minutos de silencio. Pide a Dios que te muestre cualquier pecado que no has confesado, y entrégaselo. Permite que su perdón renueve tu vida completamente.
Oración: Ven delante de Dios con un corazón sincero. Dile al Señor que te limpie de todo pecado oculto. Pídele a Dios que te enseñe a valorar la pureza del alma tal y como Él desea. Reconoce delante de Él tus debilidades, y dale gracias porque en Jesucristo tienes perdón completo y restauración eterna. Dios te bendiga. ¡Qué tengas un buen día! Amén. DTAA.
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