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24 Domingo C Parábolas de la oveja y la moneda perdida

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Parábolas de la oveja y la moneda perdida

Jesús atraía a los pecadores y los fariseos se quejaban de ello. Los pecadores seguimos a Jesús porque nos ofrece una oportunidad de dejar detrás nuestra vida pasada. Lo necesitamos; sin él no somos nada. Cuanto más débiles nos vemos, más nos atrae Jesús. Como un imán, que cuanto más cerca está del hierro, más difícil es separarlo. Nuestro mundo ha perdido el sentido del pecado y así ha perdido la atracción hacia Dios. Nuestra sociedad se mueve alrededor de si misma sin una fuerza gravitacional que la estabilice, como la luna, que, si no se moviera alrededor de la tierra, sería destruida por el sol. La falta de Dios es como un agujero negro que chupa todo dentro de un vacío sin nada.

Esta queja de los fariseos dio a Jesús la oportunidad para darnos esas parábolas de la misericordia de Dios. En el mundo roto que vivimos, el perdón de Dios es muy importante. Cuando le preguntaron a Juan Pablo II que es lo que le había impresionado más de Dios contestó: “su infinita misericordia.” Dios dijo a Santa Catalina de Siena: “La misericordia es el atributo que más prefiero. Por el amor incomprensible que siento por el hombre, envié a la Palabra, mi único Hijo. Es como un puente entre el cielo y la tierra, uniendo ambas naturalezas, la divina y la humana.”

Se podría describir el Pontificado de Francisco con una palabra: misericordia. Declaró el 2015 como año de la misericordia. Escribió un libro titulado: El nombre de Dios es Misericordia. Dice que la misericordia es el primer atributo de Dios. Nos recuerda “que no hay situaciones de las que no podemos salir, no estamos condenados a unas arenas movedizas. Dios no quiere que nadie se pierda. Su misericordia es infinitamente más grande que nuestros pecados.” Santa Teresita del Niño Jesús encontró una debilidad en Dios: “Es ciego e ignora las matemáticas. No sabe sumar.”

Hoy Jesús nos da dos parábolas muy similares. Ambas representan las mismas acciones: perder, buscar, encontrar y alegrarse. Esta es nuestra historia: perdiéndonos constantemente, Dios saliendo en nuestra búsqueda, encontrándonos si le dejamos, devolviéndonos al redil, regocijándose con los ángeles y santos, y elevándonos a un nivel superior. Cada vez que nos encuentra, en vez de castigarnos, nos trae más cerca de él. Dios utiliza nuestros pecados para levantarnos, enriquecernos y cubrir nuestra desnudez con sus gracias.

Cada parábola acentúa un aspecto diferente. En la oveja perdida, Jesús aparece como el Buen Pastor, que nos lleva en sus hombros. Es la representación más antigua que tenemos de él en las catacumbas. Nos enseña que está dispuesto a dejar las otras 99 ovejas para encontrarnos. Jesús no se desanima nunca. Dale la alegría de encontrarte. Sólo si tu no quieres, no podrá devolverte al rebaño. La parábola de la moneda perdida nos muestra la importancia de nuestra alma. Somos únicos a los ojos de Dios. De la misma manera que las monedas antiguas representaban la imagen del emperador, así tenemos grabada la imagen de Dios en nuestra alma. Deberíamos mantenerla limpia y reluciente.

josephpich@gmail.com

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