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Muchas personas creen que no necesitan la iglesia local. La resistencia a reunirse fielmente con otros creyentes regularmente no es un problema nuevo. La misma tendencia también estaba ocurriendo en la iglesia del Nuevo Testamento. Para enfrentar este dilema, el escritor de Hebreos dijo: “No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca”. (Hebreos 10:25).

Las palabras de Maxwell me han convencido de priorizar lo que realmente importa. Aunque la comunión involucra muchas áreas de nuestras vidas, las relaciones comunitarias más importantes son las más cercanas a nosotros. Si la comunión no funciona allí, realmente no funciona. La victoria de Dios viene a través del éxito en nuestras relaciones. La vida cristiana necesita ser desarrollada con las personas más cercanas a nosotros.

En Fundamentos Bíblicos para la Iglesia Basada en Células, el Dr. Comiskey establece la base bíblica para el ministerio de grupos pequeños. Comiskey primero examina la comunidad dentro de la Trinidad y la estructura familiar del grupo pequeño en el Antiguo Testamento. Luego explora cómo Jesús implementó la nueva familia de Dios a través de las comunidades estrechamente unidas que encontramos en las iglesias en las casas. Comiskey luego cubre ampliamente cómo la iglesia primitiva se reunía en las casas, levantó liderazgos desde el interior y reunió a las iglesias en las casas para celebrar.

Muchos creen que la forma en que tratan a sus cuerpos no tiene relación con su caminar con Dios. No hacen ejercicio regularmente ni comen alimentos saludables. Tampoco es una prioridad. La espiritualidad, sí lo es; la salud física, no. Sutilmente han colocado una pared entre las dos. En Gálatas 5:23, una manifestación del fruto del Espíritu Santo es el dominio propio (Gálatas 5:23). Los cristianos deben exhibir dominio propio en todas las áreas de la vida, incluida la alimentación y la actividad física.

Con los años, he notado una resistencia a tomarse un día libre. La respuesta es así: “Oh, ¿un día libre? Ciertamente no. Estoy demasiado ocupado haciendo la obra de Dios. ¿Vacaciones? De ninguna manera, tengo mucho que hacer por el Señor”. Cuando las personas dicen cosas como esta, asumen que otros estarán impresionados por su arduo trabajo y les darán palmaditas en la espalda por no ser perezosos u holgazanes. Y ciertamente, las personas que dicen tales cosas no entran en la categoría de perezosos.

Este libro explica claramente cómo plantar iglesias lo suficientemente sencillas como para continuar reproduciéndose e incluso llegar a ser un movimiento de iglesias. Plantando Iglesias que se Reproducen es fruto del extenso trabajo de investigación de Comiskey y de su experiencia personal (tres iglesias plantadas en una variedad de contextos).

Usted puede entrenar a líderes con eficaz. Entrenamiento es la clave para guiar a los líderes para ser fructífero en el ministerio celular. A la vez, muchas personas que están dispuestas a entrenar no tienen el conocimiento de cómo hacerlo. Este libro provee los principios claves de cómo capacitar a un líder celular a conducir su grupo con mucho fruto. Este libro no es solamente para los que están empezando su ministerio de entrenamiento. También es para los que han estado entrenando a otros por muchos años.

Comiskey establece la base bíblica para el ministerio de niños, y luego anima a los pastores y líderes a formular su propia visión y filosofía para el ministerio de niños basado en el texto bíblico. Comiskey destaca cómo discipular a niños, tanto en el grupo grande como en el pequeño. Rápidamente pasa a ejemplos prácticos de grupos celulares intergeneracionales, y a la efectividad con la que las iglesias celulares han implementado este tipo de grupo.

La victoria final viene al mantener el fin a la vista y enfocarse en la próxima vida. La vida en la tierra es el terreno de preparación para la eternidad que espera. No debemos aferrarnos a las cosas de este mundo, sabiendo que no podemos llevar nada de esto con nosotros. Pablo dijo: “Porque nada trajimos a este mundo, y nada podemos llevarnos.” (1 Timoteo 6:7). Somos extranjeros pasando por esta tierra, y no debemos pensar que estaremos aquí por mucho tiempo. No será así.

Cuando Jesús murió en la cruz, dijo estas palabras: “todo se ha cumplido”. El precio que Jesús pagó por el pecado del hombre terminó en la cruz. Dios proporcionó la solución a la culpa. Se sacrificó en la cruz (Filipenses 2:5–11). La victoria en Cristo sin el amor y la libertad que proviene del perdón que Jesús pagó en la cruz es imposible.

El mundo valora las acciones a cambio del amor. Debemos demostrar que somos dignos de afecto y atención. Y cuando surgen debilidades y fracasos, las acciones solidarias se disipan. El mundo declara: “Muéstrate competente y seguro y así llamarás la atención”. Las personas bellas, talentosas, seguras de sí mismas e inteligentes son valoradas en la sociedad. La Biblia declara que Dios primero se acercó a nosotros, y la única forma en que realmente entendemos el amor es a través de su cuidado amoroso.

Muchas personas no creen que Dios tenga el control de sus vidas. Piensan que son los capitanes de su propio barco y que realmente no necesitan a Dios. Otros creen que Dios podría existir pero que no está involucrado activamente en sus asuntos personales o en los asuntos del mundo. Es una forma sutil de deísmo— la creencia de que Dios le dio cuerda al reloj y luego lo dejó hasta que se le acabó la cuerda. Según este punto de vista, Dios comenzó el proceso cuando creó el mundo, pero ahora simplemente permite que las cosas sucedan naturalmente sin ninguna guía o influencia.

¿Cuántas veces he tratado de empezar mi día sin la presencia de Dios y Su mano que me guía? Rápidamente me he dado cuenta de que me falta la fuerza y la vitalidad, sintiéndome frustrado y sin dirección. He aprendido por experiencia propia que necesito tener un tiempo devocional a diario, necesito alimentarme de la Palabra de Dios, recibir la llenura del Espíritu y sobre todo conocer a Dios más íntimamente.

Si queremos tener una iglesia victoriosa mañana, debemos enfocarnos en los jóvenes hoy. Comiskey escribe acerca de hacer discípulos de la próxima generación ahora. El autor analiza lo que está sucediendo hoy en el ministerio juvenil y establece su base bíblica. Comiskey pone en relieve las necesidades más sentidas de los jóvenes hoy, que incluyen la espiritualidad, las relaciones y el involucramiento. A continuación muestra las razones por las que estas necesidades pueden ser mejor atendidas en grupos celulares pequeños que también participan en una reunión de jóvenes más grande.

Este libro es una crónica sobre el Grupo Pequeño o Movimiento Celular, partiendo de la época de Jesús hasta llegar a la explosión celular en los tiempos modernos. Comiskey destaca las fortalezas y debilidades de estos movimientos históricos de grupos pequeños, y aplica estos principios a la iglesia actual. Crecerás en gratitud y en entendimiento de los valores clave de las células a causa de aquellos pioneros que allanaron el camino.

Establecen una estrategia adecuada y planifican acciones concretas para que se produzca una explosión de liderazgo. En las páginas de este libro el autor estudia los modelos utilizados por estas iglesias y analiza paso a paso cuáles son sus planes y estrategias para conseguir que los líderes se multipliquen. Extrae también los principios fundamentales de cada uno de estos modelos particulares y describe la manera de extrapolarlos y aplicarlos a su propia iglesia."