La Gran Depresión se originó en Estados Unidos a partir de la caída de la bolsa de valores de Nueva York, el martes 29 de octubre de 1929, y rápidamente se extendió por todos los países del mundo trasmitiendo la inseguridad y el miedo, provocando la caída de la renta nacional, los ingresos fiscales, los beneficios empresariales y los precios. El comercio internacional descendió más de un 50 % y el desempleo en los Estados Unidos aumentó hasta el 25%. Esta situación provocó que los ciudadanos cambiaran sus hábitos de gasto y ahorro, algo de lo que se percató el tendero neoyorquino Michael Cullen. Los compradores acudían a las tiendas de barrio para conseguir los mejores precios; sin embargo, se trataba de locales muy pequeños en los que eran atendidos uno a uno por los comerciantes, formándose colas que duraban varias horas. Fue así como se le ocurrió la idea de abrir una tienda mucho más grande donde poder vender cualquier tipo de producto, ofrecer mayores descuentos al poder almacenar grandes cantidades y que los clientes se sirvieran ellos mismos, creando el concepto de autoservicio. De esta manera, el 4 de agosto de 1930 abrió sus puertas en Queens, Nueva York, el primer supermercado del mundo: “King Kullen”. Seis años después ya contaba con 17 supermercados y facturaba alrededor de seis millones de dólares anuales. Unos años más tarde, un hombre decidió que podía salvar un ruinoso supermercado de Pontevedra en el que trabajaba como carnicero, a pesar de que no tenía ni idea de cómo cortar un filete. No solo lo consiguió, sino que su legado sería uno de los mayores imperios de la alimentación tanto en Galicia como en España: Supermercados Froiz.