En este episodio de Encerrado: Los Expedientes de la Condena Injusta, abrimos las transcripciones judiciales y entramos en la sala del tribunal. Como detective, ya he expuesto las mentiras e imposibilidades en la investigación policial. Ahora, veremos cómo la fiscalía convenció a un jurado con un caso construido sobre nada más que una historia. La evidencia estaba allí, pero nunca fue mostrada. Así es como ocurre una condena Injusta a plena vista.

En este episodio, seguimos la única prueba que no puede mentir: el cuerpo de la víctima. Entramos en el informe de la autopsia de la Víctima 1, la persona fallecida, para encontrar las respuestas que ningún testigo daría. Pero la verdad también se encuentra en los detalles más pequeños, como el fragmento de bala que una madre recuperó de su hijo superviviente, la Víctima 3. ¿Qué nos dice la evidencia forense —desde las heridas específicas en la persona fallecida hasta el fragmento recuperado de la otra víctima— sobre la naturaleza y dirección del ataque? Examinamos por qué esta información física crucial fue ocultada por la policía y la fiscalía porque no encajaba con su narrativa. Buscamos la verdad que ningún testigo jamás contó.

En este episodio, seguimos la evidencia física —o la falta de ella— que debería haber sido fundamental para el caso. Profundizamos en la historia de la supuesta arma homicida, una pistola que, según los informes, fue robada seis días después del tiroteo. Examinamos el intento fallido de la policía de conectarla con el crimen a través de un fragmento de bala que les entregó la madre de una víctima. Toda la narrativa del crimen, construida sobre declaraciones de testigos contradictorias y una cronología defectuosa, comienza a desmoronarse. Mostramos cómo se puede construir un caso sobre una base de contradicciones y la ausencia de evidencia forense, y cómo un hombre puede ser condenado cuando falta la pieza más importante del rompecabezas.