En los años veinte Claude Cahun se instaló en París y se unió a los círculos surrealistas, donde trató con André Breton y Robert Desnos. Pero mientras ellos soñaban con liberar el inconsciente, Claude buscaba liberar la identidad. En su obra mayor, Aveux non avenus, dejó escrita una frase que hoy resuena como manifiesto: “¿Masculino? ¿Femenino? Depende de la situación. Neutro es el único género que siempre me conviene.” A través de sus textos y fotografías, convirtió el cuerpo en un laboratorio de pensamiento, y la imagen en una forma de insurrección.
Fue una artista y fotógrafa francesa que convirtió su vida en un espejo que se rebelaba. Una pionera que rompió las formas del cuerpo y del pensamiento, adelantándose medio siglo a su tiempo. Nacida en Nantes, en una familia judía de intelectuales, hizo de su diferencia una bandera. Desde muy joven comprendió que el yo podía ser un disfraz: en sus autorretratos
se multiplicó en mil rostros, desdibujando los límites entre lo masculino y lo femenino. Junto a su compañera inseparable, la ilustradora Marcel Moore, formó un dúo artístico y vital que desafiaba las reglas de la Francia de entreguerras.
En 1937 se retiró con Marcel Moore a la isla de Jersey, sin saber que allí escribiría su capítulo más heroico. Durante la ocupación nazi, ambas iniciaron una resistencia clandestina: imprimían panfletos en alemán y los firmaban como El soldado sin nombre, dejando mensajes poéticos contra Hitler en los bolsillos de los soldados. Fueron arrestadas en 1944 y condenadas a muerte, pero sobrevivieron hasta la liberación de la isla en 1945.
Claude Cahun murió en 1954, dejando tras de sí una herencia hecha de fuego y de espejo. Su nombre se alza hoy como emblema de libertad y disidencia: una mujer que convirtió la ambigüedad en arte, la identidad en pensamiento y el silencio en desafío.
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