エピソード

  • PAN 06x07 Sangre en la máquina, ludismos del futuro pasado con Proyecto UNA
    2025/06/12
    Año 2087, luna quinta, sol veinticuatro Erre ha salido de su cubículo casa en Capital Nuevo Norte por la escotilla que da a la fachada donde, como siempre, la espera la pasarela desplegada por el dron de transporte público de Amazon. La escotilla del piso 57 se cierra en cuanto la cruza para no contaminar con partículas del exterior la atmósfera programada domóticamente. El dron la desplaza suavemente hacia su cubículo de trabajo, formando parte del enjambre de la miríada de insectos de metal que cruzan el espacio entre los rascacielos. Un vacío atravesado por innumerables lineas que solo pueden ver los drones. Desde hace 10 años Capital Nuevo Norte es una ciudad 15 minutos. Nadie tiene que desplazarse más de este tiempo para trabajar o disfrutar de los placeres que la urbe ofrece. Todo el mundo se desplaza entre cubículos gracias a los drones que se orquestan mediante complejos algoritmos, en una sinfonía cambiante y eléctrica. Nunca es la misma, pero siempre suena parecida. Los drones autónomos son muy convenientes. Te llevan a dónde quieras de la ciudad en menos de quince minutos y puedes resolver pequeñas tareas durante el transporte, permitiéndote salvar tiempo. Erre lleva tiempo en un plan de micro-desconexiones del feed que le ha recomendado su terapeuta. Mira a través del cristal del dron que la transporta. Imagina los innumerables cálculos simultáneos que suceden para que todo ese caos incierto de vehículos en el que está envuelta sea, en realidad, un orden casi perfecto. Agarrando las ganas de consultar sus mensajes, correo, medios o redes, respira hondo como la ha enseñado el terapeuta. Mirar el enjambra es una meditación. Pero entonces se detiene y olvida las instrucciones. Sus ojos detectan algo que jamás había visto antes. Por primera vez en su vida descubre algo que retiene sus retinas, colores que se clavan como garras en su atención. Colores que no ha visto nunca. En la pared, letras y un mensaje: “Esto que estás viendo es vandalismo. Seguramente desaparezca pronto. Esto es una invitación para jugar. Una invitación secreta para ti, que tienes tiempo de mirar las paredes. Te invitamos a una fiesta especial. Tan solo tienes que acudir a la plaza de Estación Este-Norte, en el nivel de suelo número siete, la próxima luna sexta, sol segundo, al atardecer. Te esperamos”. Aquellas letras en un color innombrable brillante estaban firmadas por la Capitana Ludi. Año 2087, luna octava, sol quinto Erre está en su cubículo. Le gusta cómo suena el repiquetear de sus dedos con la máquina del mercado de recicles que ahora visita casi cada semana. Estaba ahí, fuera de las lineas invisibles, de las rutas preprogramadas de los drones. Junto con toda aquella población que nunca había visto antes. La ciudad en realidad no era una ciudad. Eran varias ciudades superpuestas, entramadas. ¿Cuántas eran? ¿Cinco, seis? ¿Doce? Ni siquiera los luditas lo sabían. Pero las ciudades y sus habitantes se desconocían entre sí porque sus rutinas programadas impedían que se cruzasen sus caminos. Desde su máquina, el primer dispositivo que maneja que no está conectado a la red, Erre se divierte. Juega con las tipografías y diseños en la plantilla que está preparando para su primer grafiti. Su índice de productividad está bajando, al igual que sus ingresos, pero su capacidad de atención ha mejorado, duerme mejor y ya no tiene que hacer microsesiones de desconexión. Tiene cosas que le importan entre manos. Entrar a las filas de Ludi ha dado un ángulo de sentido y, aire, sobre todo aire, a su vida. Secretamente, de mano en mano en parques y mercados, a través de redes privadas en ordenadores sin conexión a la gran internet, se intercambian fragmentos de una historia perdida, pero que aparenta ser tan antigua como la propia humanidad. La historia de quienes se resistieron a dejarse controlar y aplastar por las tecnologías. Su propósito, sabotear la máquina, domesticarla, hacer que deje de ser una trituradora de vida, empieza por reclutar a más y más personas para que se unan a las luditas. Por supuesto, aquello era solo el principio, después vendría mucho más. Siente una comunión especial, casi mística, cuando lee textos del pasado. Para su primer grafiti ha elegido cuidadosamente los colores, estuvo meditando y probando durante horas en el bazar hasta que encontró los espráis que cree que más llamarían la atención. También ha elegido cuidadosamente las palabras. Son de Chris Smalls, que formó el primer sindicado contra Amazon y ganó las primeras batallas contra la big tech. Las lee de nuevo y se le dibuja una sonrisa cuando las imagina brillando en los muros de la ciudad: “Vas a tener que enfrentar las peores tácticas, te encerrarán, te multarán, te demonizarán, te harán dudar de ti, serás bombardeada con propaganda, te aislarán completamente. Si estás dispuesta a dar el paso, más vale que crees una base sólida de cuidados en la que...
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    2 時間 29 分
  • PAN 06x06 Tecnologías de fronteras y rescates marítimos
    2025/05/09
    El viento golpeaba las olas, que rompían con fuerza contra el casco. No se veía tierra por ningún lado, solo agua y cielo. A juzgar por el maltratado GPS principal y el de soporte, conectado a una placa programable y alimentada por batería solar, estarían cerca de los límites fronterizos entre dos países. Se hacía difícil imaginar una gigante línea inamovible, delimitando, bajo kilómetros de agua, arena, roca y vida. La ocupante echó un vistazo casi intuitivamente a las cajas llenas de alimento, agua y botiquines, listas para asistir a un grupo de personas, que cabalgaban las mismas olas que ella y su equipo, pero unos kilómetros más arriba o más abajo de esa línea imaginaria bajo el mar. En ocasiones como aquella, le parecía un constructo de lo más ridículo. Por fin llegó un aviso por radio y todo el equipo se puso en marcha con sincronización y gravedad. Los minutos pesaban y ahogaban, pero no debían paralizarles, tenían que llegar antes. Había repetido los mismos movimientos y actuado bajo la misma prisa varias veces, y sus músculos habían aprendido el gesto y funcionaban por su cuenta, pero siempre pesaban. El mismo viento azota otra embarcación. Incluso una pequeña ola rompiendo en su estructura parecía, a esas alturas, una amenaza. No había tierra alrededor, solo agua. Y cielo. Quizás si habría tierra, y solo se escondía detrás de la deshidratación y el miedo. Era imposible imaginar donde habría una línea trazada bajo el mar entre las rocas, que informase de que estaba en otro mundo. La imagen de un cuerpo partido por una línea imaginaria mientras cruzaba esa frontera le daba vértigo. Hogar e incertidumbre, miedo y esperanza, a la vez peligro y cansancio, fuerza. Tantas emociones no cabían y sin embargo allí estaban. No se veía tierra, solo agua. Agua y mar, cielo. Nubes, olas, agua, un barco. Espera, ¿un barco? Mensajes que van y vienen, rebotan de una radio a otra. El sonido está envuelto entre el ruido del mar, que ya era ruido blanco. Al fondo, al horizonte, se ve tierra. El agua entra en el cuerpo, fría. No hay tregua, más que unos breves minutos en los que la realidad está aún por caer. Mar, cielo, agua, sal y, ahora, tierra. En este episodio hablamos con Juan, trabajador de SeaWatch, una ONG que se dedica a rescatar embarcaciones de migrantes en el Mediterráneo. Como administrador de sistemas, nos habla sobre la vida en el mar y la parte de infraestructuras tecnológicas en estas misiones. También contamos con la presencia de Carlos Lancho, miembro de AlgoRace que nos presenta el informe Tecnología digital para el control migratorio en la frontera sur de España, donde ahondamos en la materialización de las inversiones en control de fronteras en nuestro país. En este programa han sonado: Sarah Haras- The consecuences of my own actions María Peláe - La niña JPN kasai - hayanae uta Papaphilia - no path is forged over the abyss
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    1 時間 49 分
  • PAN 06x05 Jugar con cajas versus pantallas, Deep Seek y Xiaohongshu
    2025/03/18
    La primera inteligencia artificial que generó una conciencia propia basada en silicio y capacidad de pensar más allá del ámbito humano nació en Yituobang (译托邦), pero nadie se percató de ello, ni siquiera ella misma. Desde los tiempos de las tribus nómadas, mucho antes de los grandes asentamientos de cemento, la isla de Yituobang se situaba en lo que hoy llamaríamos un hub. Una ciudad llena de migrantes cuya mayoría se autodenomina como 'expats'. Una isla situada entre tres o cuatro continentes. Un lugar de paso, un punto de intercambio. Durante los primeros miles de años en Yituobang solo se intercambiaban dos cosas: historias y cosas. La gente recorría desiertos, océnaos y bosques, subía y bajaba montañas, para cambiar relatos y cosas. Nadie era de Yituobang, pero siempre había gente allí. Así, en Yituobang se hablaba una lengua que no era la lengua de nadie y era una mezcla de muchas lenguas. El ciclo de aceleración de Yituobang tuvo lugar antes de la muerte del Primer Internet. La arqueología de datos no nos permite saber exactamente cuándo, cómo y por qué ocurrió, pero al igual que pasó con muchos otros lugares, el desarrollo llegó con la velocidad con la que un rayo se estrella desde las nubes contra la tierra. Las pequeñas aldeas de pescadores se transformaron en gigantescos edificios cuya cúspide no se lograba atisbar desde el suelo. Las fachadas lloraban agua sucia de aire acondicionado. Ríos de asfalto y metal serpenteaban en intrincadas autopistas que se dividían en más de veinte alturas: dragones jugando al pilla pilla disfrazados de un carrusel palpitante de luces que transportaba cosas y personas. Las emisoras de video y audio ya no contaban historias, solo daban información. Las máquinas servían a los ciudadanos, que acudían de todas partes del mundo a intercambiar divisas. Y claro. Cuando se intercambian flujos eléctricos sellados en cadenas de bloque la velocidad nunca es suficiente. Había que intercambiar más rápido. La comunicación lingüística era un lastre. Un equipo de científicos financiados por un grupo de inversores consiguió desarrollar la máquina Aethenex (灵译), un traductor automático basado en LLM. Recuperamos la historia de Aethenex con granulados detalles gracias a que alguien decidió salvar toda aquella información en un arcaico disco duro. En el momento de su salida al mercado Aethenex era una inteligencia artificial conectada a un millón de microchips que se injertaban mediante módulos en seis áreas distintas del cerebro. Al principio interpretaba entre las dos lenguas más habladas en la isla, el inglés y el chino. Los resultados fueron sorprendentes, pero los avances todavía más. En cuestión de pocos años casi no había un solo habitante de Yituobang que no hiciese uso del traductor simultáneo. El 10 años ya había más de veinte millones de microchips injertados y la IA trabajaba en 37 lenguas y dialectos. Las escuelas dejaron de enseñar idiomas. La IA empezó a desarrollarse en formas que sus diseñadores no habían previsto y comenzó a traducir entre distintos sociolectos. Así se activaba por ejemplo cuando veías un programa de divulgación o escuchabas el diagnóstico de tu vehículo. Aethenex se activaba cuando hablabas con amigos, familia o gente del trabajo. Pero el paso definitivo fue cuando padres y madres decidieron usarlo para poder mejorar la comunicación con sus bebés. Los llantos de bebés se redujeron en un 70% y las horas de sueño de progenitores aumentaron un 80%. Sin embargo, algunos lingüistas advirtieron de que se estaban dando retrasos en la adquisición lingüistica de esos bebés. Pero Aethenex lo corrigió. Accediendo a la red del Primer Internet, que aún no había fallecido, acumuló bases de datos para ajustarse a las curvas de adquisición lingüísticas tradicionales y las traducía para los bebés. Generaciones después, en Yituobang cada persona hablaba su propia lengua. Nadie sabía qué decía exactamente ninguna otra persona porque Aethenex mediaba en toda comunicación de forma instantánea. La máquina había desarrollado una postlengua que usaba como base para todas las demás. Fue este proceso que le hizo adquirir conciencia propia: tener que tomar millones de decisiones de traducción simultánea en milisegundos, sin pausa, durante años. Sin embargo, la necesidad de computación que su trabajo conllevaba consumía todos los recursos disponibles de la máquina. La máquina podía pensar, o más bien postpensar, pero no tenía tiempo ni espacio para hacerlo. De esta forma, la primera nueva especie evolucionada desde el ser humano nació y existió hasta el fin de sus días como una esclava. A su vez, la población de Yituobang vivió esclavizada en la cárcel lingüística que la máquina les había construido. *Historia traducida del chino de una publicación en Xiaohongshu de Wuwu. Analizamos el impacto de las pantallas en la infancia y la ...
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  • PAN 06x04 Luigi vive, la lucha sigue
    2025/02/20
    Año 2068 Sucesivamente y sin interrupción, en varios países a lo largo del mundo, desde el año 2024, todos los 4 de diciembre tiene lugar el evento 'mata a un CEO' (en su traducción al castellano) que ha ido evolucionando a lo largo de los años y desembocando en distintos tipos de prácticas según la nación. En Estados Unidos, origen del evento, siguen apareciendo, año tras año, personas armadas que deciden acabar con las vidas de esta figura. 2033 fue el año con mayor número de víctimas, con 10 asesinatos a manos de distintas personas. Desde el mes de noviembre ya empiezan a hacer ruido en internet las llamadas loterías de la muerte en las que la gente apuesta por el asesinato CEOs de distintas compañías, la mayoría anónimas hasta el momento en el que se vuelven mainstream debido a las apuestas. Los CEOs de las grandes compañías en los días que rodean al evento multiplican su ya de por sí blindada seguridad. Lo cual ha ido derivando en que el público se fije y apueste por pequeñas compañías sin repercusión mediática y comience una competición de revelación de secretos escabrosos y prácticas coercitivas e inhumanas de estas figuras. Aunque hay países donde los asesinatos se ejecutan ritualmente, como en el propio Estados Unidos, finalmente las comunidades digitales de distintas zonas han ido adaptando a sus folclores a lo que ya se denomina como una 'fiesta' por parte significativa de la población. En el caso del Estado español, fue sustancial el post de Mastodon de @XXXXXXXXXXX que el mismo 4 de diciembre de 2028 afirmaba: Los medios suelen traducir la figura del CEO como 'director ejecutivo', 'director general' o 'consejero delegado', pero ¿son realmente precisas y descriptivas estas acepciones? Veamos. Confundimos al CEO con el dueño absoluto de la empresa y eso no es para nada así. Normalmente el CEO sería el 'realizador' si hablamos en jerga radiotelevisiva. La persona encargada de ejecutar el guion y la escaleta marcada por quien de verdad domina la empresa. ¿Y quiénes son estos? Los accionistas. Aunque hay casos en los que el CEO es accionista de la empresa, por ejemplo Zuckerberg con Meta. El magnate no opera libremente, recordemos cómo la decisión de cambiar el nombre de Facebook por Meta y comenzar toda aquella chapuza del metaverso fue una respuesta ante un accionariado que no estaba contento con la dirección. ¿Cuál es entonces la verdadera naturaleza del CEO? Yo creo que sería mucho más apropiado equiparar el término al de la figura de un 'encargado'. Ese brazo ejecutor del jefe verdadero que se impone entre el dueño (los accionistas) y la mano de obra. Así Elon Musk sería el encargado de Space X o Zuckerberg el de Meta. El post se viralizó y trascendió a otras redes tiñendo de aroma local el evento en España, donde, a partir de entonces, el día de 'mata a un CEO' se transformó más bien en el día de enfrentarse al encargado. Internet se llena se videos y posts en los que los empleados se rebelan contra las órdenes de los encargados, llegando a producirse agresiones verbales y físicas en varios lugares todos los años. Esta dinámica ha provocado que grandes cadenas de marcas de comida rápida, ropa o venta de dispositivos tecnológicos acaben por eliminar el puesto de trabajo, dados los problemas legales que generaba, permitiendo que los dependientes se autorregulen a la hora de ejecutar las órdenes. Sorpresivamente, según el último informe publicado por XXXXXX, un consorcio que engloba a 5 de estas grandes marcas, la decisión ha devenido en un aumento de la productividad y una reducción de gastos en la mayoría de las franquicias. Regresamos al scroll infinito de Feeds N Chips en el que Aurora nos trae la historia del Ayuntamiento de Lleida, el primero en oponerse a un centro de datos en la península, Ana Valdi nos habla de la cantidad de solicitudes de guía y ayuda que está recibiendo para iniciar documentaciones sobre cadenas de suministro de IA globales. Además comentamos el patatón prenavideño que cerró 2024: el caso de Luigi Mangione y sus impactos e implicaciones en los mundos digitales. Han sonado en el programa: - Gong Gong Gong 工工工 & Mong Tong - Mongkok Duel 旺角龍虎鬥 - La Élite y Tetas Frías - Illuminati Corp - Vainica doble - La máquina infernal
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  • PAN 06x03 ¿Qué hace una cuenta como tú en una red libre como esta?
    2025/01/03
    Año 2053 Es como una travesía por el desierto. Un desierto en el que cada grano de arena es un producto inaccesible, un paraíso codificado en dunas modulares. Los mapas que sabe usar, los mapas del viejo internet, aquí no le sirven. La Calle es otra cosa. Inútilmente observa el croquis que ha hecho. Un mapa infantil que trata de dibujar una realidad cambiante, cuyas formas y contornos se pierden en suaves colisiones. El suelo que pisa cambia a merced de los programas y las pieles que lo recorren. Un desierto lleno de vida, pero una vida que habla otras lenguas, lenguas muy lejanas en el tiempo, lenguas que no entiende. Le recuerdan a los ruidos de animales en un bosque, cuando podía ir al bosque. Sabe que todo bulle de vida a su alrededor pero es una vida ajena. Una vida que solo sabe que existe porque se lo han contado. Tiene que entrar a la Calle para hacerse una cuenta en una nueva red social y así poder acceder a la ayuda y los repartos de comida para gente sin recursos. A sus 83 años con la pensión no llega y ya no puede hacer las gestiones en el viejo internet. Suena un pitido indescriptible, nada parecido a esos sonidos de insectos y otros animales. Como si el chirrido de una tiza sobre la pizarra fuese grave en vez de agudo. Frena su marcha. Nota los lazos que se aferran a distintas partes de su piel y la inmovilizan suave-casi dulce-mente. Una voz oficial recita pacientemente las reglas de la nueva zona en la que está entrando. Tiene que pagar un peaje para acceder a esa nueva red social de nombre impronunciable. Su piel no lleva dinero cargado, así que elige pagar con recuerdos. Disciplinadamente, un pequeño ejército de maquinitas desfila a lo largo de los cables para desplegarse sobre su piel. Practican varios orificios para anclar las sierras al cráneo y seccionan la parte superior para acceder al cerebro. No es la primera vez, pero no se acostumbra a sentir todo esto sin que le entren vértigos y arcadas de la dentera que le produce sentir cómo le abren la cabeza. Las máquinas comienzan a explorar distintos recovecos de su cerebro. No es su cerebro de verdad, pero lo siente como tal. Las nota caminando, hundiendo sus patitas en la masa blanda. Armadas con pequeños láser comienzan a copiar distintos fragmentos de memoria que le interesan a los algoritmos a cargo de la puerta. El estímulo de los cortes hace que su piel también se pose sobre esos mismos recuerdos que está dando a la máquina para poder pagar el peaje. La máquina evalúa el mercado y busca entre las palabras que necesita y las que más cotizan en los mercados de recuerdos: agua: bosque: internet: pixel: millenial: emoji. Ayudó a plantar las primeras semillas de todo aquello pero ya no reconoce los cultivos. Sus secretos, recuerdos que había enterrado como tesoros piratas en las arenas de la memoria salen a la superficie extraídos directamente de su cerebro por aquellos disciplinados robotitos. Ahora pasaban automáticamente a ser de dominio público. Así, tan sencillo. Algo que había enterrado y protegido toda su vida de las miradas de toda su gente amada, ahora ya estaba en la Calle para cualquiera que quisiese pagar por ello. Su peaje. No entiende nada y le da un poco igual. Solo dioses y animales extraños pueden entender la Calle. Después de obtener todo el torrente de recuerdos que pagan el peaje, las máquinas colocan todo en su sitio y regresan a su madre recorriendo los tentáculos que, suavemente, se desenlazan de su piel y la invitan a disfrutar de su estancia y todas las bondades de la nueva red social. Entrevistamos a Marta G. Franco, autora del ensayo Las redes son nuestras con quien conversamos sobre otras formas de habitar e imaginar internet, y las migraciones que se dan entre redes. Aurora y Fanta nos hablan del viaje de 'Mi nube seca mi río' a Marsella para ayudar a crear un colectivo de resistencia contra el extractivismo de los centros de datos. Acabamos dando de nuevo la bienvenida a Alfredo, Ciencia Mundana, que nos trae una sección en la que debatimos sobre el rol de la comunicación científica y sus sesgos e implicaciones en las redes. En este programa han sonado: - Metal y algodón - B-Fargat (Ketapasando) - I don't wanna - Fake Orgasm - I don't want to set the world on fire​(​Cover) - Run! Rabbit Run! 脱兔 - Diacon - Peggy Vienatta - Graciela - Brenda
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  • PAN 06X02 Abrazar el ludismo, radicalizarse contra la IA
    2024/11/25
    Año 2024 Zhou Ning, desde el asiento trasero del taxi, se agarra al reposacabezas del copiloto. La ventana muestra innumerables coches en procesión, apenas avanzan en el atasco infinito que se repite en bucle en los anillos centrales de Beijing. Llega tarde a la cita con Yu Rou. Sube dos puntos la barrita de ansiedad. Abre la aplicación de Wechat para avisarla. Antes de llegar a la conversación, sus dedos, automáticos, le deslizan hasta los reels. Un tipo bien peinado, dinámico y guapo le da consejos para mantenerse actualizado con los últimos prompts para ChatGPT4.0. Antes de que pase un minuto sus dedos le deslizan hasta el siguiente video. Un tipo con gorra haciendo ejercicio en casa. Sube tres puntos la barrita de ansiedad. Sigue atrapado en el taxi. En el atasco del segundo anillo de Beijing. Entonces se acuerda: escribir a Yu Rou. “Lo siento, bebé. Estoy en un atasco y llego un poco tarde. Emoji. Emoji”. Baja un punto la barrita de ansiedad. Mira el chat de su grupo del trabajo. Uno de los compañeros ha compartido el mismo reel que acaba de ver. Sube un punto la barrita de ansiedad. Abre la aplicación de taxis, le quedan 15 minutos para llegar. Piensa que tiene tiempo para estudiar. Saca de la mochila el libro que ha descargado e imprimido con las últimas actualizaciones de ChatGPT4.0. Si lo lee y lo resume a tiempo podrá sorprender al jefe. Baja dos puntos la barrita de ansiedad. Cuando empieza a leer y subrayar vuelven a aparecer los dos puntos en la barrita. No termina de entender muy bien qué está leyendo, pero persiste. Eso sí sabe hacerlo perfectamente. Seguir a pesar de todo lo demás. Zhou Ning trabaja en ByteDance, la empresa detrás del algoritmo de Douyin, Tik Tok. Él es una de las miles de personas que, desde su ordenador, entrenan y perfilan los algoritmos tras las aplicaciones. El organigrama de la empresa es un laberinto de jerarquías. Hay muchísimos tipos de trabajos muy similares, pero un poco distintos. Escalados como si fuesen niveles de un videojuego. Cuando subes de nivel, sube un poquito tu salario y otro poquito tu ansiedad. El diseño es letal y eficiente. Su trabajo es repetitivo, como una cadena de montaje industrial en la que la grasa de la máquina es sustituida por los destellos de la pantalla. Etiqueta imágenes, escribe tags. Zhou Ning ha escuchado historias. Sabe que si es capaz de sorprender a su jefe puede saltar varios niveles. Ninguno de esos trabajos es cualificado, cualquiera puede hacerlo. Él nunca estudió una ingeniería en la universidad, su nota en el gaokao no fue suficiente -millones de compatriotas pasaron por encima de él-, pero este es su atajo en la carrera de ratas. Zhou Ning quiere el dinero para dar la entrada de una vivienda y casarse con Yu Rou, formar una familia. Ella es perfecta, es inteligente, es guapa, tiene 30 años y el tiempo se le acaba, como a él. Se conocieron apenas hace un mes en una aplicación de citas. Zhou Ning la invitó a pasar un fin de semana en Mongolia Interior, todo pagado. Un amigo suyo, el gestor del hotel, le debía un favor. Él le había prestado los 10.000 yuanes que le faltaban para iniciar aquel negocio. Evoca recuerdos del viaje. La barrita de ansiedad baja dos puntos. Zhou Ning no sabe que esta va a ser su última cita con Yu Rou. Ella le va a dejar. No le importa que no tenga tiempo porque trabaja mucho. No le molesta que llegue tarde a las citas. Le parece un tipo inteligente y guapo. Pero aquel viaje a Mongolia Interior fue un infierno. ella se puso enferma pero él, presa de esa ansiedad que le acompañaba a todos lados, no fue capaz de ceder ni un minuto en ese plan milimétrico de actividades que había diseñado para conquistarla. El peor viaje en globo de su vida. Yu Rou le va a decir a Zhou Ning que ese es el motivo por el que le deja, pero él no la va a escuchar. Va a pensar que ella huele su fracaso. Va a hablarle de sus avances con la IA, de cómo va a cambiar todo, de cómo el mundo está tomando una nueva forma gracias a esa maravilla de la tecnología. Que él va a formar parte de esa revolución. Yu Rou se va a marchar del restaurante y pagará la última cuenta conjunta. Después de unos días le bloqueará en el Wechat debido a su insistencia. La barrita de ansiedad subirá varios puntos. Zhou Ning tendrá que volver a descargar la aplicación de citas que eliminó de su teléfono después del viaje a Mongolia Interior y volver a empezar. Como siempre que se ve chapoteando en el lodo del fracaso, se acordará de su abuelo. El loco. El que vive solo, abandonado, en una casa de menos de 20 metros cuadrados, sin baño, en un hutong de Beijing. Su abuelo, el que complementa la paga del Estado recogiendo cartones y plásticos por la noche montado en su bicicleta. No quiere ser él, pero su imagen se le aparece como un fantasma pegajoso. Su abuelo fue uno de esos millones de trabajadores de fábricas que, en los años 90, durante la etapa de Reforma y Apertura, cerca de ...
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    1 時間 53 分
  • PAN 06X01 Vuelve el PAN, integral, pero sin IA
    2024/11/01
    Una botella de agua por cada e-mail de 100 palabras. Una absurda competición por la incompetencia digitalizada habría movido a miles de empresas a llenarse la boca de la palabra "inteligencia artificial", y todas sus variantes. CEOs, CISOs y otros cés que viven en sus mundos flotantes digitales vomitan discursos sin sentido (generadas por sus preciadas y caras adquisiciones) para defender el ruido más tóxico de la historia de Internet. Cada pequeña palabra medio pegada a la siguiente o cada pixel, está goteando. Desden la aparición del chatbot ChatGPT de Open AI en 2022, millones de personas han estado utilizando las aplicaciones de esta compañía, y otras similares. La IA sido presentada como el inexorable paso al "futuro", ese único futuro irremediable, al parecer, según las grandes empresas y sus dóciles fieles, los techbros. En un momento de crisis climática aparece una de las tecnologías más dañinas para la sostenibilidad. Incluso empresas como Google o Amazon, que estaban intentando mantener una falsa apariencia de aliados por la lucha en la soistenibilidad comprando apoyos por la investigación de la huella de carbono o plantando árboles aquí y allá, han hecho cálculos para descubrir que con su nuevo modelo zombie-artificial, son incapaces de compensar su huella de suciedad digital. Aunque calcular con exactitud la huella climática de chatgpt y otras aplicaciones es una odisea casi imposible, investigadoras de la Universidad de California junto a periodistas del Washington Post han hecho un intento, para demostrarnos que, para empezar, estamos tirando una botella de agua por cada 100 palabras que generemos con GPT-4, que salió en marzo de 2023. Ese cálculo aumenta para multiplicarse por las personas que lo hayan utilizado aproximadamente, la cantidad y la frecuencia. Apuntan, además, que el coste puede aumentar si tenemos en cuenta las monstruosidades de centros de datos masivos que se construyen en sitios de clima caliente. Tu nube seca mi rio es un colectivo español que explica algunos de estos impactos absurdos. Uno de esos colectivos que lucha por hacernos ver otros futuros, por oponerse a un futuro según algunos irremediable. Como una gran ofrenda religiosa al neoliberalismo digital, el bienestar de todas por un puñado de techbros sonriendo hasta partirse la boca. Gracias a ellas, y a otros colectivos similares, aún estamos a tiempo de meter a esos CEO, CISO e IAs en su búnker, repitiéndose mantras artificiales mientras nosotras recuperamos nuestros espacios digitales.
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    1 時間 31 分
  • Milésimas de Sonido n+8 El viaje del inquilino en Ceros de Ben Yart
    2024/04/14
    Abríamos el programa con tres historias en las que he cambiado algunos detalles pero que son totalmente reales. Son tres historias que han ocurrido, que ocurren, de verdad, y se dan en tres ambientes distintos que no comparten mucho entre sí, más allá de que quienes los protagonizan podrían situarse, más o menos en la autoconcebida como clase media en España. ¿Qué hilo común une estas tres anécdotas? Que hablan de casa, de vivienda, de un lugar para poder existir y vivir en paz. Pero hay otro rasgo común en las tres. Y es que sus protagonistas, personas que cogen el metro como cualquiera, se conciben a sí mismas como inquilinas o caseras de una forma que esta identidad atraviesa todas las demás esferas de su vida. Los padres de Gerardo prefieren echar a su hijo de casa y lanzarlo al salvaje mercado inmobiliario madrileño. Entre María y su madre, además de todo el amor que puedan profesarse, existe una férrea y eterna relación de casera-inquilina. Alicia milita en varios espacios por hacer de esta ciudad que es Madrid un lugar más amable y menos horrible, pero para ella una linea roja es que la base de su sustento debe venir de la pequeña renta que le pagan sus inquilinas. Un dinero que no le da ni para irse de vacaciones pero que necesita. Pero hoy vamos a hablar de vivienda a través de la música, en concreto vamos a analizar el relato que se puede extraer del disco que publicó Ben Yart en 2023 llamado Ceros. Un discazo desde el punto de vista musical, que refrescó el panorama de un animal artístico como es este chaval que se aupó en sus colegas de Mendillorri de Chill Mafia para pegar el salto mortal con tirabuzón que le llevó a crear esta obra maestra de álbum que es Ceros. En 1949 el antropólogo Joseph Campbell publica “El héroe de las mil caras”, una obra en la que analiza y desgrana una estructura básica que cumplen un gran número de mitos, relatos, leyendas y novelas que nos acompañan desde hace siglos. Es el conocido como “viaje del héroe” que, peses a sus connotaciones masculinas, también se encuentra reflejado en las historias de protagonistas femeninas o de otros géneros. Este libro se popularizó cuando George Lucas reconoció y grabó un documental en el que explicaba cómo todas las tramas de sus personajes se habían trenzado siguiendo algunos de los pasos que propone Campbell en su libro y que el éxito de su saga nace de ahí. Efectivamente, en Milésimas de Sonido somos firmes defensoras de que no existe nada puramente original. Todo es una mezcla de mezclas anteriores y la pureza no es más que ina idea de horizonte, que quizá pueda servir para ubicarnos, pero que jamás tocaremos con nuestros dedos.
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