Hemos sido testigos de la fidelidad inquebrantable de Dios en medio de la rebelión, la duda y las pruebas más duras del desierto. Vimos cómo el Señor trató con la seriedad del pecado y la rebelión contra la autoridad divinamente establecida, pero también presenciamos la gracia y el corazón intercesor de Moisés y Aarón, quienes se pusieron entre los vivos y los muertos para detener la mortandad, revelando el poder de la expiación. Nos asomamos a la maravillosa provisión y el diseño perfecto de Dios para Su pueblo, manifestado milagrosamente en la vara de Aarón que reverdeció, confirmando el liderazgo que produce la vida y el fruto delEspíritu. Hemos reflexionado sobre la responsabilidad del sacerdocio de mediar con el pecado del pueblo para evitar el juicio y la importancia de que nuestras ofrendas sean dadas a Dios de corazón, porque Él es quien las recibe, lasadministra y honra la actitud detrás de cada una de ellas. Pero, sobre todo, estas historias nos apuntan a la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo, tipificada en la Roca que proveyó agua en el desierto, recordándonos susacrificio único y suficiente por nuestros pecados. Prepárense, porque lo que Dios nos ha revelado en estas escrituras, tiene el poder de transformar nuestra perspectiva y fortalecer nuestra fe en el Dios que nunca cambia y quesiempre es fiel.

Estudiaremos las consecuencias de esa rebelión y cómo Dios, en Su soberanía, lidia con la desobediencia. Veremos cómo la intercesión de Moisés fue crucial para detener la ira divina, pero también cómo la rebelión tuvo un costo significativo para aquella generación. Profundizaremos en el capítulo 15 para entender cómo Dios, a pesar de la incredulidad de una generación, siguió preparando a la siguiente con leyes y ordenanzas para vivir en la Tierra Prometida. Y prepárense, porque en el capítulo 16, seremos testigos de otra poderosa manifestación de rebelión, esta vez en el mismo liderazgo de Israel, encabezada por Coré, y cómo Dios una vez más reafirmó Su autoridad y el liderazgo que Él mismo había establecido.

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Hemos estado siguiendo el orden divino en la marcha delpueblo de Israel a través de Números, capítulo 10. Allí, cada paso, cada tribu y cada líder nos ha enseñado aspectos cruciales de nuestra vida en Cristo: Desde la alabanza continua y la disposición al servicio como motivo de vida, hasta el recordar nuestra posición en Cristo y habitar en Su presencia de manera constante. Aprendimos también sobre la importancia de ser fructíferos y la manifestación del fruto del Espíritu, y la realidad del juicio divino junto con la gracia del arrepentimiento. Todas estas lecciones nos ofrecen una hermosa perspectiva para avanzar en el plan de Dios.

Pero en el capítulo 11 de Números, vemos un puntode inflexión crucial. El pueblo de Israel, y con ellos una multitud diversa que los acompañaba —extranjeros que aún no estaban completamente integrados a la nación— comienza a despertar a la dura realidad del desierto, quea algunos, no les gustó. Aquí es donde surgen los desafíos, las quejas y las pruebas de fe que Dios, en su infinita sabiduría, permite para moldearnos.

Prepárense para descubrir lecciones poderosas sobre la queja, el liderazgo y la perspectiva de fe que transformarán su manera de ver las pruebas y los obstáculos.