Vivimos en un mundo donde todo se atribuye a la “suerte”, al “destino” o a la “casualidad”. Pero los hijos de Dios sabemos que todo está bajo su soberanía. Dios no improvisa, Dios dirige. Aun lo que parece error, pérdida, coincidencia o azar, está dentro de un plan mayor.

Proverbios 3:5-6

“Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.”

“Nada en la vida ocurre por casualidad; todo tiene propósito eterno.”

Muchas personas cargan con errores, heridas, decisiones o culpas del pasado que se convierten en cadenas espirituales, emocionales y mentales que les impiden crecer en su fe, cumplir el propósito de Dios o tener una vida plena. Pero la Palabra de Dios nos enseña que en Cristo hay libertad, restauración y una nueva vida.

"Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle."

"Hoy hablaremos sobre una frase que Jesús dijo a un escriba: “No estás lejos del Reino de Dios.” ¿Qué significa eso para nosotros hoy? ¿Podemos estar muy cerca del Reino… y aun así quedarnos fuera? Vamos a profundizar en esta advertencia esperanzadora."

Estar cerca no es lo mismo que estar dentro.

Hay momentos en la vida cristiana donde sentimos que nuestras oraciones suben… pero no bajan. Hablamos con Dios, pero no escuchamos nada. Lo buscamos, pero parece estar ausente. En esos momentos, sentimos que estamos sin respuesta.

La vida cristiana está llena de momentos clave en los que debemos tomar decisiones que definen nuestro presente y nuestro destino eterno. No podemos vivir indiferentes ante lo que ocurre a nuestro alrededor ni posponer eternamente aquello que Dios ya nos ha mostrado. La Palabra de Dios nos enseña que hay un tiempo para todo (Eclesiastés 3:1), y hoy es tiempo de decisiones.

Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros. Sin embargo, cuando ese propósito entra en conflicto con nuestros deseos, miedos o comodidad, la tentación de huir se hace presente. Como Jonás, muchos intentan escapar del llamado de Dios, pero el plan del Señor no se detiene por nuestra resistencia.