El mensaje de la Cruz: una esperanza que parece locura - Episodio LXXIX
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このコンテンツについて
La cruz, para muchos, puede parecer un símbolo de derrota, dolor y absurdo. Sin embargo, para los cristianos, es precisamente ahí donde se revela el misterio más profundo del amor de Dios. San Pablo lo expresa con claridad: Dios ha querido salvarnos por medio de lo que parece una locura —la cruz— (1 Cor 1,18-20). En ella, Jesús carga con el sufrimiento humano y lo transforma, ofreciéndonos reconciliación y vida eterna (Col 1,20; 2 Cor 5,21).
En tiempos donde la cultura del confort rechaza el sufrimiento y promueve el placer como fin último, la cruz nos confronta. Nos recuerda que existe un amor que no se compra ni se vende, un amor que se entrega en silencio hasta el extremo. Como afirma Benedicto XVI en Spe Salvi, el sufrimiento forma parte del camino del hombre, pero la fe cristiana nos da una esperanza que le da sentido y lo redime (SS 37). San Pablo predicó este mensaje en medio de una sociedad culta y orgullosa como la de Corinto, y no llevó filosofías complejas, sino el anuncio desconcertante de un crucificado. Para muchos, eso era escándalo o necedad; para los creyentes, es fuerza de Dios.
Hoy, también nosotros estamos llamados a abrazar ese anuncio: la cruz sigue siendo poder y sabiduría divina, aún cuando el mundo no la comprenda. Incluso pensadores no creyentes, como Nietzsche, reconocieron en la cruz la inversión de todos los valores: el humillado es exaltado, el débil se hace fuerte, y el amor vence al egoísmo. La cruz no es el final, sino el inicio de una nueva vida. Nuestra esperanza no está en el éxito, ni en las posesiones, sino en ese Cristo que murió y resucitó por amor.
Esa esperanza —aunque parezca locura— es lo único que salva.
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