La actividad manufacturera china volvió a contraerse en noviembre con muestras de la debilidad de la demanda interna en este sector. La fragilidad económica coincide con la visita de Estado del presidente francés, Emmanuel Macron, centrada en corregir desequilibrios comerciales y discutir el papel de Beijing en la guerra de Ucrania.

La actividad fabril de China cerró noviembre con un nuevo signo negativo y consolidó un largo periodo de meses consecutivos en contracción que inició desde marzo, un indicador que subraya la fragilidad de la segunda economía del mundo en un año marcado por objetivos de crecimiento ambiciosos y tensiones geopolíticas crecientes.

En noviembre, el índice de gestores de compras manufacturero (PMI) se situó en 49,2 puntos, dos décimas por encima del registro previo, pero aún por debajo del umbral de los 50 puntos que separa la expansión de la contracción. Cualquier lectura inferior confirma el retroceso del sector industrial y la persistencia de una demanda interna debilitada.

Este desempeño llega en un año en el que Beijing se propuso cerrar con un crecimiento del 5% en su Producto Interno Bruto (PIB), una cifra que coincide con las previsiones publicadas este martes 2 de diciembre por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

De cumplirse, China avanzaría tres puntos porcentuales por encima de la expectativa de crecimiento de Estados Unidos, proyectado en torno al 2% al cierre de 2025, y 3,7 puntos arriba de lo que se espera que crezca la Eurozona, la región que comparte el euro como moneda.

Sin embargo, los indicadores industriales sugieren que la meta del Gobierno chino exige un delicado equilibrio en un entorno de consumo débil y un mercado inmobiliario cada vez más deteriorado.

El retroceso del sector se combina con una señal adicional de opacidad: Beijing prohibió la publicación de datos oficiales sobre ventas de inmuebles, un gesto que refuerza las sospechas sobre la profundidad de la crisis inmobiliaria y sobre la disposición del Gobierno a limitar la transparencia en medio de un contexto económico adverso.

El desplome del mercado de la vivienda continúa siendo uno de los principales lastres del crecimiento, afectando tanto a la inversión como a la confianza de los hogares.

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Este escenario coincide con la llegada a la capital china del presidente francés, Emmanuel Macron, quien inició una visita de Estado marcada por dos ejes centrales: la corrección de los desequilibrios comerciales entre Europa y China y la búsqueda de avances hacia un alto el fuego en la guerra de Ucrania.

París espera que Beijing utilice su influencia para empujar a Moscú hacia una negociación que reduzca la intensidad del conflicto.

La visita también se enmarca en un repunte de contactos entre China y la Unión Europea (UE) tras los episodios de tensión comercial desatados años atrás por la ofensiva arancelaria de la administración Trump.

En el pasado, la UE ha cuestionado la política de subsidios de Beijing, argumentando que permite a las empresas chinas vender productos a precios artificialmente bajos, frente a los cuales las compañías europeas no pueden competir debido a los subsidios que el Gobierno de Xi Jinping despliega.

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El plan europeo ahora es tener una mejor relación con el gigante asiático y diversificar sus compradores mientras intenta resistir un arancel del 15% que le impuso Washington.

Con AP y medios locales