Decidir con prisa en un negocio tiene un costo… y no siempre es dinero. A veces te cuesta tu paz, tu pareja, tus hijos, tu familia y tu presencia en casa. En este episodio te cuento una de las decisiones más duras que tomé como empresario: un proyecto prometido, una inversión de más de 50 mil dólares, un cliente que se echó para atrás… y una deuda que me robó noches enteras y momentos que nunca vuelven. La prisa vacía tu cuenta, pero también vacía tu vida. Puedes llegar a casa, pero tu mente no llega contigo. Tus hijos sienten cuando no estás, aunque estés ahí sentado. Con los años entendí que la claridad siempre es más poderosa que la urgencia. Que tu negocio puede recuperarse… pero tu tiempo con la gente que amas, no. Y también entendí algo más profundo, que el éxito sin propósito es solo ruido, y que México necesita líderes despiertos, no empresarios agotados. Si este mensaje resuena contigo, quédate. Este es un espacio seguro para empresarios que quieren crecer sin perderse a sí mismos.
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